memecovid19

El COVID-19, no es un castigo de Dios como te lo quieren hacer creer aquellos que se benefician del dolor, sufrimiento, caos y muerte.

Dios es un padre amoroso, pidamosle al señor y a la Virgen de Guadalupe que elimine este virus  Maligno.

Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor,
ni te ofendas por sus reprensiones.
Porque el Señor disciplina a los que ama,
como corrige un padre a su hijo querido.

 
Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete.
 

 

   

El Domingo de ramos, mas que una costumbre.

domingo de ramos

¿Por qué los ramos? La respuesta la encontramos en el entusiasmo de los disupulos  y peregrinos, quienes al ver  a Jesús llegar sobre un asno a Jerusalén desde Betfagé y el monte de los Olivos,  entraron en jubilo y cortaron ramas para adornar el paso del Mesías, mientras entonaban las palabras del salmo 118. Desde entonces los católicos nos dirigimos a nuestras iglesias llevando consigo un ramo en conmemoración de la entrada triunfante del señor a Jerusalén.

El domingo 1 de abril del 2012, En su Homilía en la plaza de San Pedro, en la XXVII Jornada Mundial de la Juventud,   el santo padre BENEDICTO XVI se refería al domingo de ramos como “... el gran pórtico que nos lleva a la Semana Santa, la semana en la que el Señor Jesús se dirige hacia la culminación de su vida terrena” e  invita a los jovenes para que el Domingo de Ramos sea  el día de la decisión, la decisión de acoger al Señor y de seguirlo hasta el final, la decisión de hacer de su Pascua de muerte y resurrección el sentido mismo de la vida de cristianos.

Es claro entonces que el domingo de ramos lo mas importante no es solamente el ramo, en el sermón 9 sobre el domingo de ramos, San Andrés, obispo de Creta: «Así es como nosotros deberíamos prosternarnos a los pies de Cristo, no poniendo bajo sus pies nuestras túnicas o unas ramas inertes, que muy pronto perderían su verdor, su fruto y su aspecto agradable, sino revistiéndonos de su gracia, es decir, de él mismo... Así debemos ponernos a sus pies como si fuéramos unas túnicas... Ofrezcamos ahora al vencedor de la muerte no ya ramas de palma, sino trofeos de victoria. Repitamos cada día aquella sagrada exclamación que los niños cantaban, mientras agitamos los ramos espirituales del alma: “Bendito el que viene, como rey, en nombre del Señor”» (PG 97, 994).